Un reflejo de la joven clase media argentina

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Papá y mamá quieren echar de casa a su hijo… de 41 años

 

Fuente: https://blogs.20minutos.es

Echar de menos vivir bajo las faldas de mamá y papá (si papá es escocés… por lo de las faldas, digo) es hasta cierto punto normal. La comida está buena y todo funciona de forma automática: te sientas, hay un plato, te levantas, el plato se va solo, te acuestas, la cama está hecha, te levantas, se hace sola, pones la ropa sucia en un sitio y aparece en el armario lavada y planchada. Lo dicho, que es normal añorarlo porque es un chollo, pero llega un día en el que tienes que dar un paso al frente. Es como el examen de conducir, da un poco de respeto, pero hay que hacerlo.

No hay una edad fija para hacerlo, pero a partir de los 24 o 25 ya nos lo podemos ir pensando. Cualquier cosa con tal de no llegar a los 41, como el protagonista de nuestra historia de hoy.

Unos padres italianos han recurrido a la Justicia para intentar echar de casa a su hijo (el muchacho de 41 años al que me refería anteriormente) que se niega a dejar su hogar pese a que tiene un empleo (y una edad) que le harían posible la marcha.

Los padres, que viven en Mestre, cerca de Venecia (Italia) han preferido mantener su identidad en el anonimato, pero eso no ha evitado que la polémica historia haya llegado a la prensa internacional en los últimos días. Ahora el pequeño de la familia (41 años, ¡si es solo un crío!) tiene poco más de una semana para encontrar una vivienda, porque sus padres “ya no pueden más”, según su abogado.

Además de carecer de vergüenza, el muchacho tampoco tiene educación ni respeto. De lo contrario, habría puesto remedio a la situación después de ver cómo su madre tenía que acudir al hospital aquejada de estrés. Todo porque el niño ”tiene un buen trabajo pero sigue en casa y quiere su ropa lavada y planchada y la comida encima de la mesa”, según el testimonio de sus padres.

Está bien forzar la situación si no hay trabajo (que por desgracia es algo habitual últimamente en muchos sitios), si se ha pasado una crisis, una tragedia de algún tipo, un accidente, pero… ¿por deporte? Si no es por la independencia e intimidad que te da vivir solo, hazlo solo por humanidad. ¡¡¡Deja descansar a tus padres que bastante han hecho ya por ti, hombre!!!

Pedido de una madre a la nube

 

Hola esta no es una queja ni nada por el estilo quiero ofrecer mi ayuda, quiero preguntarles si están en esta situación con sus hijos.

Son mayores de edad, ya no quieren estudiar, no están buscando trabajo, no les importa ni salir de su casa ni nada, se ven deprimidos y quieren hacer un cambio.

Lo digo porque yo estuve en esa situación seguía en la escuela (Universidad), pero la verdad reprobaba todo ( no me importaba nada), no me interesaba en lo mas mínimo hacer ejercicio, buscar trabajo ni nada por el estilo.

La verdad es que estaba muy deprimido y mi educación me dictaba que la vida era una porquería por la cual no valía la pena a hacer nada, ni moverme.

Es por eso que escribo este post, como salí de ahí, me dieron una leccion de vida, además la vida me dio grandes golpes y muchas cosas más pasaron.

Quiero que todos los que estén en esta situación si son sus hijos o ustedes mismos tengan esta misma oportunidad de cambiar de su vida de esa (muerte en vida) y tengan otra vez un sueños.

Si eres el padre de algún adolecente que este en esta situación, yo estuve en esta misma situación, igualita, y mediante todo el aprendizaje y el contexto en el que estuve cambio algo dentro de mí. Si te interesa tú (como Su padre/madre), ven y conoce todo el sistema, todo el proceso, es algo grandísimo que les a cambiado y sigue cambiando la vida a miles de jóvenes.

Si puedes ver el sistema sin compromiso y ver todo sin compromiso la decisión es tuya si crees que tu hijo necesita inyectarse un poco de vida, conoce esta oportunidad única y veras cambios increíbles en su vida.

Vale la pena preguntar que hacemos y es algo que se oye muy fácil, que hacemos se les da una probada de vida, se les presenta una oportunidad y se les da un sistema además de reglas (sencillo no). No es un proceso complicadísimo, muy difícil y no es para todos, tu como padre tienes que ver primero que se hace, que se necesita y todo el sistema porque, porque es la parte donde tu hijo va a cambiar su vida 90.

Por último yo estuve donde tu vez a tu hijo, yo entendí por golpes fuertísimos de la vida que necesitaba un cambio, tu amas a tu hijo y si puedes hacer que esos golpes (avisos) de la vida sean más suaves y más efectivos te gustaría ayudarlo?.

Conoce el sistema que vale mil veces la pena, la decisión final será de tu hijo y en el empezara el cambio, (Nadie tiene el poder de cambiar a una persona que no quiera cambiar), pero vale la pena el intento. No hay peor fracaso que el que

La decisión y la oportunidad está abierta, yo personalmente estoy dispuesto a estirar mi tiempo para cualquier persona que lo necesite, para cualquier familia que quiera sacar a alguien adelante.

Conoce y toma la decisión después de conocer toda la información.
Eso es todo lo que me gustaría ofrecer mi tiempo, información y un cambio dentro de tu hijo.

Mi hijo no se quiere independizar

Fuente: https://radio.rpp.com.pe

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En muchos países se suele acostumbrar que una vez cumplida la mayoría de edad, los hijos se vayan a vivir solos. Muchas veces también se debe a que las universidades están ubicadas a cientos de kilómetros de distancia de casa o los hijos migran a ciudades donde se puede estudiar.

Sin embargo existe otra realidad y es que los hijos no se van, lo cual tiene consecuencias, ventajas y desventajas frente a la situación anterior.

En realidad no es un problema que los hijos vivan en la casa paterna. Lo que es importante es tener en cuenta en qué condiciones viven en esta casa.

En la actualidad por motivos económicos, muchos hijos siguen viviendo con sus padres ya sea como solteros o como hijos casados. Esto, mas allá de estar bien o mal, debe ser analizado a la luz de la independencia lograda por el hijo o la hija. Y ver si esta se puede dar aun viviendo en la casa paterna.

El ciclo natural es que el adulto siente la necesidad de independizarse de la casa de los padres para formar su propio espacio, vale decir su propia familia o su propio mundo. Sin embargo sabemos que esto no es solo una actitud hacia fuera, sino que principalmente es una actitud interna y una manera de relacionarse con los padres de modo independiente o infantil.

Muchos hijos no salen de la casa de los padres por las siguientes razones:

* Positivas:
Necesidad de cuidar a sus padres cuando realmente se necesita
Vínculos estrechos y de amistad con su padres

* Negativas:
Miedo o angustia a separarse de ellos
Estar en la creencia que sus padres no podrán cuidarse sin él o ella.
Sentimiento de gratitud y lealtad sobre todo si es hijo único y el padre o madre no tiene pareja.
Dificultades económicas que impiden la separación
Sentimientos de culpa y temor a abandonarlos
Dependencia  e inmadurez
Sentir que no tienen recursos emocionales

Tu hijo de 30 años sigue casa?

Fuente: https://www.la-razon.com

Son los eternos adolescentes. Puede que les guste la comodidad o que no tengan dinero

Escapar de la responsabilidad

Escapar de la responsabilidad Foto: Archivo

La Razón / Érika Ibargüen Ayub.

00:00 / 12 de julio de 2012

Aunque dan la impresión de ser personas independientes y maduras, y que pueden valerse por sí mismos, resultan ser los eternos adolescentes que siguen viviendo en casa de los padres, pese a que los años de escolaridad y formación académica quedaron atrás. “Mi hijo de 30 años sigue en casa y se niega a asumir alguna responsabilidad. Dice que ya pronto sacará su ‘cartón’ y que entonces ayudará con los gastos de la casa”, se queja Beatriz (50) de su único hijo.

Los profesionales consultados coinciden en que lo importante es saber cortar el cordón umbilical en el momento preciso aun cuando vivan bajo el mismo techo y enseñarles a tener responsabilidades desde que son niños.

“Por lo general se trata de comodidad. Las mamás son las que socapan este tipo de comportamiento, pues ellas mismas se ofrecen a hacerlo todo por ellos”, dice el psicólogo Javier Elías.

Esto sucede generalmente con los hijos varones, porque tienen una relación muy particular con la madre que pasa a ser sobreprotectora. “El hijo no acaba de sentir que tiene la suficiente capacidad de poderse manejar por sí mismo y le resulta muy cómodo continuar siendo un adolescente eterno atendido por su mamá”.

La psicoterapeuta Sherezada Exeni señala que este tema muchas veces está relacionado a lo económico y, en el fondo, con la comodidad.  La especialista explica que en psicología se denomina emancipación y desvinculación al proceso por el cual el hijo se vuelve adulto y deja de necesitar de sus padres, emocional, económica y psicológicamente. “Si la desvinculación ha sido bien ejecutada, la relación con el padre será de adulto a adulto, manteniendo siempre el mutuo cariño, pero sin necesitar el uno del otro”, dice Exeni.

Este proceso puede darse aún cuando el hijo siga viviendo en la casa de los padres, pero con la condición de que se convierta y actúe como un adulto.

“Muchas veces, por el tema económico, los hijos no siempre pueden irse de casa. En este caso es muy importante que quede bien en claro que deben ser responsables de sus decisiones, acciones y necesidades”, aclara la psicoterapeuta.

El proceso de desvinculación siempre debe ser propiciado y estimulado por los padres desde que los hijos son pequeños, esto para ayudarlos a ser independientes  y poder enfrentar situaciones a futuro. 

En el caso de que el hijo no quiera salir de la casa, pese a tener dependencia económica que se lo permita, lo mejor será buscar la ayuda de un profesional.

“Puede presentarse otra figura, y que tanto los papás como el hijo jueguen un juego medio patológico que impida que el joven se independice y ninguno quiera reconocerlo”, agrega Exeni.

En el caso de muchas mujeres, el machismo impide que una chica soltera salga de su casa si no es para casarse, dándole la función de cuidar a los padres y abuelos o de ser la eterna tía “solterona”, a cargo de la casa. 

1. Corta el cordón

Para que tu hijo aprenda a ser independiente, empieza por permitirle cortar el cordón umbilical que tú no te atreves a cortar. Si es necesario asistir a alguna terapia deben hacerlo y de a poco empieza a crear espacios para que tu hijo vaya madurando y creciendo.

2. Espacios

Estimula la autonomía de tu hijo, respeta  sus tiempos y espacios, no lo vuelvas dependiente económica, afectiva o psicológicamente. Deja que se equivoque y aprenda de sus propios errores.

3. Responsabilidades

Si tu hijo tiene la posibilidad  económica de irse de casa, no lo detengas. Deja que aprenda a lidiar con el pago de servicios, con que el  refrigerador esté lleno, ocuparse de la ropa sucia, o preparar el desayuno. Es determinante.

Fuentes: Sherazada Exeni psicoterapeuta familiar y Javier Elías,  psicologo.

 

INMADUREZ EMOCIONAL, INSEGURIDAD Y LA ETERNA ADOLESCENCIA

fuente: https://es.shvoong.com


Dado que suele decirse que los jóvenes de hoy no alcanzan la madurez afectiva de anteriores generaciones, se extraen párrafos salientes y comentarios sobre el libro "Síndrome de Peter Pan", del doctor en psiquiatría Aquilino Polaino Lorente, catedrático en Psicopatología de la Universidad Complutense española, quien se refiere a la "eterna adolescencia".

Sobre la madurez afectiva el autor vincula la personalidad con lo biológico (el nivel de glucosa en sangre, las hormonas), al tiempo que sostiene que la capacidad afectiva tiene mucho que ver con la propia apreciación que hace el jóven de sí mismo y de los demás.

Aboga por una "personalidad equilibrada y libre", mientras aduce que hace falta "la fortaleza y la templanza" como herramientas para sentirse "más dueño de sí mismo y más libre". De lo contrario, el jóven se esclaviza de todo y sufre inseguridad y angustia.

"La persona inmadura presenta dificultades de adaptación: choca con los demás y podría padecer trastornos de personalidad."

Los planteamientos hedonistas, consumistas y materialistas “ahogan a niños y jóvenes” y les dificultan desarrollarse con normalidad. "Está mal visto, exigirse a uno mismo, no disfrutar de algunas cosas o no comprar el último modelo de lo que sea", manifiesta Polaino Lorente.

Formación de la personalidad

A la vez, José Luis Díez Pascual, Profesor español de Psicología y Pedagogía, autor de la "Educación para la Diversidad" alude a la influencia de los padres, de los educadores y del ambiente, que pueden resultar perjudiciales, como " potenciar la comodidad, evitar todos los disgustos a los hijos o a los alumnos y darles todo lo que pidan inmediatamente."

La madurez intelectual llega antes que la afectiva, los profesores tienden más a enseñar a “hacer” que enseñar a “ser”. Esta metodología influye en el conocimiento, pero no facilita la madurez emocional.

La gente inmadura está afectada de perfeccionismo. Se entrega al "hacer" y cuando "algo les sale mal se llenan de angustia".

Pascual afirma: "hoy la educación está en crisis, porque no se dan suficientes estímulos para disfrutar haciendo el bien y pasarlo mal cuando se hace lo malo".

Ambos autores coinciden en que la madurez afectiva depende del ambiente en el que se educa. Si es de cariño y aceptación, la persona asimila los criterios sobre el bien y el mal.

Si, en cambio, en la infancia se siembra temor y no se asimilan los valores, al llegar a la adolescencia aparece la rebelión de una forma exagerada. La falta de cariño produce inseguridad y un sentimiento de minusvalía y, unida a la inseguridad, irrumpe la angustia.

"La personalidad madura se consigue por un adecuado desarrollo de la inteligencia y la voluntad, un proceso que dura toda la vida. Siempre habrá que vencer los estados de ánimo o evitar la pereza. Si por medio de la inteligencia y la voluntad conocemos nuestros estados de ánimo, evitaremos un sin fin de problemas", argumenta Polaino Lorente.

"A partir de los siete u ocho años empiezan a prevalecer las tendencias del valer y del poder. Si en la formación del carácter no se han satisfecho estas tendencias, nos encontraremos ante la inmadurez afectiva. La necesidad de ser valorado y aceptado de cada persona es tan fuerte que se pone a su servicio tanto la inteligencia como la voluntad", agrega el catedrático.

Rasgos de la personalidad inmadura

La característica saliente es la inseguridad, pudiendo presentar los siguientes rasgos:

-sentimiento de inferioridad;

-angustia y nerviosismo;

-afán de perfeccionismo;

-rigidez que provoca conflictos con los demás, que tienen otras formas de actuar o de pensar;

-pesimismo: miedo a equivocarse;

-duda e indecisión: dependen siempre de alguien o de las innumerables metas que se van marcando;

-obsesivos: para no equivocarse, planean todo;

-elevada autoexigencia;

-extroversión: se vuelven hacia los demás, pero no se conocen;

-baja tolerancia a la frustración;

-inestabilidad de ánimo;

-respuestas emocionales desmesuradas;

susceptibilidad;

Como consecuencia de todo ello aparecen obsesiones, depresiones, fobias y angustia.

Cómo ayudar a los inmaduros

Diez Pascual da las siguientes pautas:

-facilitar el conocimiento personal, liberarlos de temores y dudas, que se olviden del “qué dirán”;ejerciten su voluntad en pequeñas cosas y acepten su realidad positiva para potenciarla y la negativa para mejorarla.

-fomentar una sana autoestima, que aprendan a ver lo positivo de los demás y "actuén de cara a su conciencia y a Dios";

-impulsar el desarrollo de objetivos superiores y enseñarles a ser felices con las cosas buenas y sencillas de la vida;

-que procuren dominar sus afectos y sus estados de ánimo;

-desarrollar aficciones gratificantes y enseñarles a saber “perder el tiempo” con los demás; así evitarán esa “avaricia” del tiempo y el estar continuamente realizando actividades productivas.

-aprender a relajarse; es conveniente “ir despacio” por la vida para poder tranquilizarse por dentro.

-dedicar el tiempo oportuno a descansar; dormir las horas suficientes; hacer algo de ejercicio físico, pasear;el cansancio físico despeja la mente.

Cómo educar para favorecer la madurez afectiva

Hay que valorar a los jóvenes como son y que se sientan queridos, ayudarlos a plantearse metas asequibles y constantes, potenciar su fortaleza con acciones sencillas, que tengan detalles de solidaridad con los demás y hacerles ver que "lo que cuesta, vale"; que entiendan que hay que cuidar lo que se tiene, no crearse necesidades y conjugar la libertad con la responsabilidad.

¿Sos un hijo eterno de tus padres?
  Pablo Nachtigall

fuente: https://www.delacole.com


Cada vez son más los hijos de casi 30, e incluso mayores, que no abandonarían por nada el 'nidito' paterno. ¿Hasta qué punto el contexto cultural y económico influye en el fenómeno? Actualmente podemos ver muchos jóvenes que pasados los treinta continúan viviendo con sus padres. Factores como la situación económica actual que hace difícil que un joven de veintitantos se independice y viva solo, como también la proliferación de vínculos de pareja cada vez mas endebles y la prolongación de los estudios, junto a una actitud de sobreprotección de los padres hacia sus hijos, contribuye a que una persona no sienta el deseo de salir del 'nido familiar.

La adolescencia comienza con la pubertad; es decir, con una serie de cambios fisiológicos que desembocan en plena maduración de los órganos sexuales, y la capacidad para reproducirse y relacionarse sexualmente. Generalmente, se inicia a partir de los 11-12 años y se extiende hasta los 18-20.

Si bien estos son los rangos señalados por los diversos especialistas para marcar el período que estadísticamente suele abarcar la adolescencia, actualmente se hace difícil la demarcación final de la edad adolescente. Este fenómeno se está produciendo en numerosas sociedades de países occidentales, tanto en el primer mundo como en países en vías de desarrollo. Sin embargo, hay factores que potencian esto. Por ejemplo, en la Argentina, la inflación, las dificultades crediticias para acceder a una propiedad y los sueldos insuficientes para mantenerse, influyen marcadamente en la posibilidad que un hijo salga del hogar familiar.

Si bien estas causas son muy fuertes, si exploramos a mas fondo en el 85% de estos casos, existe una actitud marcada de comodidad y de temor a independizarse, que muchas veces puede ser apoyada inconscientemente por los padres. De hecho existe un gran porcentaje de padres argentinos que alientan consciente o inconscientemente a que sus hijos sean eternos adolescentes y sigan dependiendo de ellos.


¿Te sucede esto?


En la Torá existe un versículo muy importante, donde Dios le ordena a Abraham que deje su tierra, su patria y la casa de sus padres, para dirigirse a una tierra extraña, la tierra de Canaán, donde le promete que “esa tierra pertenecerá a su simiente”. Una interpretación psicológica interesante al respecto de este versículo, nos habla de la importancia de dejar el nido familiar, los límites confortables y cómodos familiares para adentrarnos en territorios desconocidos desde donde podremos tener un crecimiento real. Abraham nunca habría podido ser el primer patriarca del pueblo judío, si no se hubiese atrevido a traspasar sus propios límites y temores a lo desconocido.

Para muchos hijos, salir de la casa de mamá y papá, inconsciente o concientemente representa una amenaza y temor muy fuerte a su statu quo. Una de las excusas mas comunes que se esgrimen, es la situación económica del país. Si bien es cierto en parte, también lo es la comodidad que representa estar en casa de papá y mamá. Detrás de estas excusas, es bastante probable que hayan temores marcados a vivir solos y hacerse responsables. Ya que el vivir en otro espacio, sea solo, en pareja o con amigos, implica una actitud de hacerse cargo de tareas que suelen realizar los padres, junto a descubrirse como persona individual, más allá de los mandatos familiares. Esto para muchos hijos y padres, resulta atemorizante.


¿Cuáles son los costos de permanecer “cómodos” en casa de nuestros padres pasada cierta edad?

Permanecer en casa de nuestros padres, pasada cierta edad, puede resultar un ancla muy fuerte para crecer y hacernos responsables como seres adultos. Ya que seguimos viviendo en el nidito familiar, sin atrevernos a vivir en otro espacio que nos permita descubrir facetas nuestras más adultas y maduras. Aparte es una forma de perpetuar el seguir siendo “hijos eternos” en vez de experimentar lo que significa pasar a ser administradores de nuestro propio hogar. Esto lo sabe todo joven que va a vivir solo. Implica un cambio de 180 grados en su forma de percibir la realidad. Lo mismo ocurre con los padres, ya que muchos temen “soltar” a sus hijos y lo que implicaría ello, como por ejemplo, volve a vivir solos y rehacer su vida de otra manera.

También es importante remarcar que en esta etapa, muchos hijos que desean salir del nido familiar, pueden generar síntomas psicosomáticos tales como ataques de pánico, depresiones o fobias. Y esto también puede ocurrirles a algunos padres. Detrás de estos síntomas, suele existir vínculos de mucha dependencia emocional poco trabajados y hablados entre padres e hijos. Por eso, es importante en esta etapa, a veces acudir a un psicólogo que brinde herramientas y un espacio donde charlar, blanquear y elaborar lo que implica la salida de los hijos del “nido familiar”.

Más allá de todos estos casos, salir del hogar familiar es un paso vital en el propio crecimiento de una persona. Un individuo es un hijo, pero llega cierta edad que es saludable que pase a practicar el ser adulto responsable de su propio espacio. Y si bien vivir fuera del hogar paterno no es condición indispensable para ello, si es fundamental para ejercerlo en los hechos prácticos.


Lic.Pablo Nachtigall – Psicólogo Clínico

 

Adolescentes eternos: ¿Por qué no se van de la casa de los padres?

 Fuente: https://www.revistabuenasalud.cl

Whats that up there?

Están cómodos, instalados en un hotel cinco estrellas, con amor incluido. Son el fruto de la “adolescencia prolongada” adultos treintañeros de los que los padres no pueden liberarse…¿o no quieren?

En la actualidad cada vez es más frecuente encontrar adolescentes que peinan canas, y la pregunta del millón es ¿qué pasa? ¿Por qué no se van de la casa de los padres?, Argumentamos que el problema es la economía, y la falta de oportunidades,  sin embargo este fenómeno es más evidente entre las clases medias y altas.

Es importante aclarar que no se trata de algo local,  se ve tanto en Estados unidos como en Europa:

  • El gobierno de España, sin ir más lejos, está dando una subvención  para que los hijos puedan afrontar el gasto de la vivienda y dejar la casa paterna.
  • Los franceses, y los americanos han hecho comedias con el tema de la adolescencia prolongada y los “ nidos llenos”  por demasiado tiempo.

QUE ES LA  ADOLESCENCIA PROLONGADA

  • Llamamos adolescencia prolongada a la demora en la consolidación de la identidad, y la  dificultad en resolver el conflicto adolescente.
  • Lo que debería ser una fase del desarrollo se transforma en un modo de vida.
  • Esta situación de inmadurez  es promovida y fomentada por series televisivas  que toman como prototipo  a jóvenes que, estimulados por mensajes publicitarios , se dedican a la buena vida (salidas, diversión, viajes)  en lugar de labrar proyectos futuros.
  • Estos jóvenes no tienen por objetivo la privacidad y la autonomía, por lo general  viven en casa de sus padres como si fuera propia, tratando de imponer sus reglas. Esto los lleva a  desplazar a los reales dueños de casa, que comienzan a sentirse invadidos e incómodos.

ADOLESCENTES ETERNOS

Características

-          Viven en casa de sus padres.

-          Tienen de 25 a 30 años o más.

-          Estudian y cambian de carrera.

-          Trabajan y gastan su sueldo en el presente.

-          No tienen proyectos de futuro.

-          No tienen la cultura del esfuerzo.

-          Invaden la casa de los padres : traen a sus parejas

-          No comparten reuniones familiares.

-          Tienen sus propios horarios.

-          Se adueñan de lugares y objetos.

PADRES DE ADOLESCENTES ETERNOS

Características

-          Se sienten invadidos.

-          No tienen independencia ni intimidad.

-          Se sienten sobrecargados (económica y físicamente).

Las renuncias del “adolescente”

La sociedad de consumo condiciona al joven para que mantenga el nivel de vida alcanzado en casa de sus padres, aunque para lograrlo él deba renunciar a su independencia y autonomía. Porque, aunque tengan sexo en casa de sus padres, dispongan de libertad de horarios y no deban cumplir ninguna norma, deben renunciar a su privacidad.

La “culpa” de los padres

Sin embargo, para que todo esto suceda, los jóvenes tienen cómplices, y éstos son nada más y nada menos que los mismos padres, que luego se quejan de la sobrecarga que implica un nido con pájaros demasiado crecidos.

  • Es que la salida de los hijos del hogar para estos padres  supone no sólo el reconocimiento de que el hijo ha dejado de ser “mi pequeño-a”, sino la asunción emocional de que ellos  se han convertido en personas adultas y diferentes, que con su emancipación rompen definitivamente el cordón umbilical, para ejercer su derecho y su deseo de vivir como seres autónomos.
  • Ante el vacío físico y emocional que supone la marcha de los hijos, los padres inconcientemente ponen palos en la rueda en el crecimiento de los hijos. Ellos son los cómplices necesarios de estos jóvenes que se niegan a madurar.
  • Muchas veces el palo es el mismo estudio. Cuántos padres interesados en que sus hijos sigan la Universidad, consienten a que no entren en el mercado laboral. Cada día son más los jóvenes que siguen carreras como pasaporte para continuar su estatus adolescente. “Para que no deje los estudios”  “A mi lo que me interesa es que siga una carrera·”, argumentan los padres  y los hijos llegan a la treintena sin haber terminado una carrera.
  • Otras veces el palo a la adultez es la excesiva comodidad que hace de la casa paterna un hotel cinco estrellas con afecto incluido.

¿Quién abandonaría tantos privilegios?

 …para vivir en una casa sin comodidades, trabajar todo el día y no tener tiempo ni dinero para pasarla bien?

  • Probablemente aquel que siente su independencia como un valor. El problema es que la Sociedad de hoy no ayuda, porque lo único que está jerarquizado es el placer, el consumo, los emblemas de poder (auto, viajes, salidas, buena marca de ropa).
  • Así como en la naturaleza, llegada la madurez de la cría, ésta debe partir, con los humanos pasa igual. Claro que al no estar determinado genéticamente, dependerá de cada cultura, y la posición social y económica que el individuo tenga, el momento en que esto suceda.
  • Las personas con menos recursos económicos son los que maduran más rápidamente porque la necesidad los obliga, pero en clases socioeconómicas medias o altas, esto se extiende, hasta una edad cronológica exagerada y, aún en los padres que lo han fomentado trae conflictos familiares.

Demasiados gallos en un gallinero ocasionan peleas 

Cada uno querrá imponer sus normas, esto ocasiona que terminen siendo un conjunto de individuos que no conforman una totalidad  (la familia) sino que se superponen, molestan, en el mejor de los casos.

Otras veces se establecen complicidades, y desplazamientos muy dolorosos siendo que todos los habitantes de estos hogares terminan pagando el costo del no despegue.

 Dos categorías de padres

Podríamos decir que hay dos tipos de padres:

  1. Los que deificaron a sus hijos (los pusieron como centro de su existencia, y sentido de sus vidas).
  2. Los que, aferrados a una juventud que no quieren dejar, comparten con sus hijos la misma zona etaria , y viven en una democracia familiar peligrosa.

1. Dentro de los primeros están los que se sacrificaron para el mañana y de pronto se dan cuenta de que el futuro llegó y los alcanzó sin reservas físicas para muchas cosas. Vivieron a través de sus hijos, se esforzaron por ellos, y les resulta doloroso que éstos se vayan con lo suyo dejándolos vacíos.

2.Los otros, los que se “adolescentizaron” y no establecieron límites , se ven atravesados por las mismas contingencias que sus hijos, compiten con ellos y rivalizan por los mismos espacios. Lo común de ambos casos es que la fuerza de la juventud terminará por imponerse (nuevas ideas, más resistencia física, etc.) y estos padres terminarán desplazados y derrotados en sus propias casas.  

La renuncia a la madurez

Los hijos también se sienten incómodos, pero no lo suficiente como para partir. Pelean su lugar, establecen su lugar de poder: Si de chicos tenían casi todos los permisos… ¿cómo no tenerlos ahora que son grandes y trabajan? Esta es una trampa en la que caen todos, y obtienen el ansiado poder. Hacen lo que quieren y con sus ingresos tienen acceso a todos los emblemas de clase y poder que la sociedad les exige para pertenecer. Para ellos también hay un costo, porque quedarse en la casa paterna es renunciar a la madurez, necesaria  para formar la propia identidad. El adolescente de hoy no niega su pasado, sólo lo desconoce, y no se proyecta al futuro porque  lo  único importante es el presente,  la acción.  Al acortarse el período de la infancia y prolongarse la adolescencia, se corre el riesgo de vivir en un mundo uniformizado en sus hábitos y valores.  Es la conciencia de finitud, y pérdida, lo que nos hace jerarquizar, pero si compramos el sueño de la igualdad y juventud eterna,  no hay diferencias, las opciones se multiplican y lo que no se hace hoy se podrá hacer mañana, entonces la persona queda flotando en una peligrosa incertidumbre donde abundan las opciones, pero no se conecto con ninguna, porque no sabe priorizar ni quiere renunciar a nada.  Hoy más que nunca elegir se hace imposible. Siempre tenemos la posibilidad de algo mejor, por lo que decidir se transforma en un verdadero duelo.

Jóvenes que no quieren crecer

Los llaman “adultecentes”. Tienen su trabajo y su pareja, pero prefieren seguir viviendo con sus padres.

fuente: Elena Peralta / Clarín Mujer (seccion del diario clarin)

Peter Pan

Los especialistas lo llaman miedo al nido vacío por el rechazo de dejar el hogar en el que crecieron y otros el síndrome Peter Pan por el esfuerzo que ponen en no dejar nunca la adolescencia. El resultado es casi siempre el mismo: jóvenes de entre 25 y 35 años que trabajan, estudian e incluso pueden tener una relación estable, pero no pasan más de un fin de semana o 15 días de vacaciones fuera de la casa paterna. Cuando vuelven, encuentran la ropa planchada y la comida preparada. A algunos hasta los despierta mamá para ir a trabajar, igual que cuando iban al colegio.

“Son adultecentes: adultos que ya pasaron los 28, pero actúan y se visten como si tuvieran 14. Miran dibujos animados y pasan horas jugando a la play. En muchos casos sus padres los pueden alojar cómodamente y, mientras tanto, ellos desarrollan una carrera profesional exitosa”, asegura Mónica Cruppi, especialista en adolescencia y familia de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).

Diego (26) es asistente junior en el área de marketing de una multinacional. Gana bien para un chico de su edad. Tiene un auto y un cuarto cómodo en la casa de papá, en Barracas. “Tengo todo lo que necesito, plasma, laptop. Me voy de vacaciones con los pibes y estoy a 15 minutos del laburo”. También tiene su Wendy. Se llama Paula, estudia nutrición, y vive a pocas cuadras… En la casa de su mamá.

¿Cuál es la razón para cortarse las alas? Para Omar López Mato, autor del libro Viviendo en el País de Nunca Jamás, muchos jóvenes de hoy viven en una especie de bulimia social sin objetivos ni vocaciones claras: “deambulan por las universidades, institutos y centros de estudio probando carreras y oficios como quien se prueba un traje”, asegura. Y, a diferencia de lo que sucedía con sus padres, viven en un mundo donde el esfuerzo no garantiza el futuro. “Ninguna de las antiguas certezas alumbran sus caminos –dice López Mato-. Si no hay modelos, ¿hacia dónde ir?”

Hay un componente económico importante. “Si tuviera que pagar un alquiler, no llegaría a fin de mes. A veces me hincha vivir con mis viejos, pero ellos me ayudan con la facultad”, aclara Jessica (25), empleada y estudiante de Biología. La sociedad de consumo también contribuye. Los adultescentes constituyen un público formidable: consumen ropa, cosméticos y entretenimientos que les aseguren la supervivencia de su estilo teen.

“No se conforman con actuar como chicos, también tienen que parecerlo. Las mediciones de audiencia en Estados Unidos muestran que el mayor público del Cartoon Network está en la franja de entre 18 y 39 años. Ellos son, además, el público cautivo de las consolas de videojuegos”, agrega Cruppi.

Hay chicos y chicas Peter Pan, pero la casuística indica mayor presencia masculina en el país de Nunca Jamás. Resaltan más porque hacen justamente lo opuesto a lo que se espera de ellos. Se comprometen con su trabajo o la facultad pero no asumen la responsabilidad de ser la cabeza de una familia.

Juan tiene 29. De su grupo de amigos de la infancia sólo uno se fue del hogar familiar. Todos trabajan y distan mucho de la imagen de un nene mimado que llama a su mamá cada vez que tiene que tomar una decisión. Salen, van a bailar. No le piden dinero a sus padres, pero tampoco pagan un alquiler. “Estoy cómodo -asegura Juan-. Vivir con mis viejos me permite una independencia que no tendría si viviera con mi novia”.

El esquema de Peter rompe con un patrón de generaciones: entrar al mundo del trabajo, independizarse y tener hijos. Todo a una edad razonable. “Se supone que los padres saben cuándo soltarle la mano a los hijos para que tomen sus propios caminos. Cuando eso no pasa, hay una red de conflictos por debajo”, reflexiona el psicoanalista Enrique Novelli, miembro de la Asociación Psicoanalítica Internacional.

Según Novelli, por más cómodos que parezcan, los Peter Pan se sienten molestos con sus padres pero no pueden dejarlos. En algunos casos la situación se vuelve tensa. Hay peleas por dinero, el orden de la casa o simplemente por roces en la convivencia. En otros reina la indiferencia: “padres e hijos conviven, pero en horarios diferentes. Los padres tienen a mano a sus hijos para recriminarles cada tanto y sin demasiada convicción su vida sin sentido. Así, los padres creen cumplir sus tareas y acallan su conciencia”, advierte López Mato.

Pero, la mayoría de las veces, mamá los sigue tratando como cuando iban a la primaria. “Siguen teniendo a quién cuidar. Esa responsabilidad ayuda a esconder sus miedos y dilata el momento de estar a solas con su pareja”, asegura Cruppi.

¿Qué hacer?

“Marcar los límites y plantear responsabilidades en la vida cotidiana ayuda a la convivencia”, asegura la psicoanalista Adriana Guraieb. Para Novelli, la clave es hablar. “No basta con una charla, se necesita un diálogo sostenido en el que padres e hijos señalen qué les preocupa y qué les da miedo de esa dependencia familiar”.

El refrán dice que no hay mal que dure cien años. Ni hijo que viva siempre con mamá. “Un día Manuel me dijo: ‘Má, me hacés el bolso’. Yo le pregunté si se iba con los amigos y me dijo: ‘No. Me voy a vivir con una chica”, cuenta Amanda. Ese día, claro, lo dejó ir (por suerte, porque hoy es padre de dos niños preciosos). Pero no pudo con su genio y le planchó toda la ropa antes de meterla en la valija. Igual que cuando se iba de campamento con el colegio.

La costumbre de acostumbrarse a todo

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Un viernes cualquiera del verano de 1988. Un hombre se levanta a las 5 de la mañana para hacer la cola en el banco. La inflación se dispara -y lo que falta para que frene- por lo que en el laburo le pagan por planilla complementaria cada vez que termina la semana. Podría ir en cualquier momento del día, pero quiere salir corriendo a darle la guita a la jermu, para que ella reviente el salario de varios ceros en dos changuitos llenos.

En el camino al super, la señora repasa la estrategia para hacer lo más rápido posible. Al llegar, ya tiene medio changuito menos. Corre por las góndolas, mide a los remarcadores, ya le alcanza para un changuito, llega a la caja, hay cinco tipos adelante, va sacando cosas a medida que aumentan, dos personas y llega, tres cuartos de changuito, falta uno, medio changuito, llegó su turno. Le alcanzó para un paquete de yerba, dos de harina, cinco sachets de leche y varios envases de polenta. Ya sabe cuál será el menú del resto del mes.

Luego del almuerzo -polenta con 38° a la sombra- los chicos disfrutan los últimos minutos de Canal 11. A las 13 cortan la transmisión. Atrás, se corta la luz. Hasta bien caída la tarde no habrá otra cosa para hacer que resistir el calor jugando al hongo. ¿Agua? Sí, en baldes. El gobierno le echa la culpa al clima pero, al menos, avisa cuándo cortarán el suministro eléctrico. No hay un mango ni para los sueldos de las empresas estatales, que encima funcionan como el totó, pero no se cuestiona.

Luego de un fin de semana hermoso en el que el plan del gobierno incluyó convertir al país en un sauna cada tarde, el lunes vuelven los carapintadas y otra vez todos con el upite en las manos. No pasó nada, la casa sigue en orden y sin energía, y felices vacaciones a la luz de las velas para todos.

Un día cualquiera de 1997. Durante el 96 vio como crecían las protestas piqueteras en Neuquén por los despidos en YPF. Por un lado sentía lástima por esos laburantes desesperados y por el otro una bronca tremenda por la fiesta que se dieron los gobernadores patagónicos. Pero ahora, en La Matanza, se replican los piquetes del sur y la cosa se pone interesante. Una radical excedida de peso dice que en Estados Unidos tienen cajas de información para demostrar que IBM pagó una coima de millones de pesos. Por la radio informan que la desocupación bajó del 18 al 11%, pero igual le parece una bestialidad. El oficialismo perdió las elecciones por paliza y le garantizan que no habrá re-re, lo cual es lo único que lo tranquiliza. Eso y que el opositor numero uno promete no cambiar el modelo en caso de asumir. Evidentemente, lo que molesta es Menem, no sus políticas.

1224_CavalloUn lunes de diciembre de 2001. El hombre todavía está a las puteadas porque la oposición ganó las elecciones de octubre y no se vislumbra ningún cambio, a excepción de alguna Senadora histérica que pide la renuncia del Presidente porque no puede contener los saqueos. Al hombre aún le dura la indignación del pago de 5 millones de pesos en coimas, más si una y otra vez, a lo largo del año, escuchó “lo que pasa es que no hay guita en la calle”.

Va en el auto por la autopista volviendo a su casa cuando escucha el anuncio de una cadena nacional. Es inconfundible esa voz de Superagente 86 con dolor de testículos. Domingo Cavallo anuncia que a partir de ese día, sólo se podrá retirar 300 pesos de los cajeros automáticos y que, el resto, deberá pagarse con la tarjeta.

Quiere prender fuego todo. No es el único. Un par de semanas después, una movilización masiva se dirigía hacia la Plaza de Mayo. El resto del país se repartía entre saqueos generalizados. Las manifestaciones eran consideradas actos patrióticos y un deber de ciudadano cogido por el Estado. Las fuerzas federales reprimen brutalmente. Muertos.

Pide que se vayan todos, se van algunos y por un tiempito, mientras lo empoman con una devaluación brutal y sin siquiera poder disponer de sus dólares. Entre tanto, el país se convierte en un desfile de zombies que juntan cartones, comen lo que encuentran en los tachos y duermen en la calle.

Un día cualquiera de diciembre de 2013. Un hombre cuelga el teléfono en su oficina. Era su mujer, que puteaba porque lo que ayer salía 15 hoy sale 20. La ansiedad por cobrar el aguinaldo le desapareció cuando el Gobierno avisó que descontarán ganancias del mismo, por lo que probablemente el aguinaldo lo cobre el propio Estado. En la cola del cajero automático, una piba, feliz de la vida, le comenta a otra que la mamá le había contado que en 2001 no te dejaban sacar más de 300 pesos y ahora te permiten retirar 3 mil. El hombre realiza una cuenta matemática en el aire entre los 300 pesos/dolares y los 3 mil pesos con el dolar a 10. Se deprime.

Camino a casa esquiva a tres familias que duermen a cielo abierto, cinco pibes que le piden una moneda para comprar leche, una batalla campal en la 9 de Julio, un piquete de los troskos en Callao, la vieja que vende maquinitas de afeitar en Sarandí e Yrigoyen desde 1995 y tres cortes más de calles, provocados por vecinos que no tienen luz hace días. Se siente afortunado porque vive cerca de un funcionario del Gobierno. Es fácil de reconocerlo, dado que es la única manzana con luz en el barrio. El gobierno le echa la culpa al clima y ni avisan cuándo cortarán el suministro eléctrico. No hay un mango ni para los sueldos de las empresas estatales, que encima funcionan como el totó, pero no se cuestiona.

1224_MilaniYa en su casa, el buen hombre se pone al tanto de las noticias. La ola de saqueos en el país tiene un nuevo culpable. De 2003 a 2011 fue Duhalde. En 2012 fueron Magnetto y Moyano. En noviembre de 2013 fueron las bandas narcos y dos semanas después los uniformados que quieren provocar un golpe de Estado. Escucha que la Presidente recuerda que lo mismo le pasó a Alfonsín, comparando a polis hambreados con militares que exigen el fin de los juicios a la Dictadura, mientras asciende a Teniente General a un militar de la Dictadura.

El hombre ni se asombra con las noticias. Si las manifestaciones multitudinarias dejaron de ser una muestra del hartazgo del pueblo para convertirse en intentonas desestabilizadoras financiadas por la oligarquía, todo es posible.

El gobierno que prometió durante 10 años que no habría cortes durante el verano, este año cambió el discurso y prometió más cortes para la temporada estival. La ciudad pasó de estar a oscuras a estar casi a oscuras, gracias a camiones generadores eléctricos gigantes a gasoil. Un ministro festeja un nuevo récord de consumo eléctrico y se lo agradece a El Modelo. El hombre mira la tele y se pregunta si lo que vio en la calle eran cortes de luz o personas jugando a las escondidas a gran escala.

Mucho no le llama la atención, dado que hace quince días leyó que ya había plena ocupación, que la Argentina erradicó el hambre y que la pobreza en provincias como el Chaco, ya no existe. La oposición ganó en octubre y hasta ahora hace lo mismo que venía haciendo, o sea, volteretas entre la nada y la poca cosa, corriendo atrás de la agenda de las cagadas provocadas por el Gobierno.

Un especial le cuenta que esa causa de corrupción que le indignó en 2001, fue al pedo, que todos fueron absueltos y que el único que la pagará es el que denunció falsamente a un puñado de monjes benedictinos. Cae en la cuenta de que es otra causa en la que alguien reconoce un pago de coimas, al igual que en el caso Skanska, y la justicia dice que no, que es mentira, que el denunciante soñó que pagaba coimas. Ahí se aviva de que esperar que la causa Cristina-Lázaro llegue a algún lado, amerita para competir por el Premio Boludo del Año.

Al hombre ya no le indigna nada. No sabe qué le pasó, ni cuándo, pero tampoco se calienta ni se pregunta por ello. Cada vez que sucedió algo que le pareció indignante, vino otra cosa que lo superó con creces. Durante años vio como todo lo que perdía lo recuperaba al poco tiempo, y también vio cómo un puñado de personas decían que esa recuperación no era producto de su esfuerzo, sino obra y gracia de un sólo hombre al que había que mantener en el poder hasta la eternidad.

En sólo una semana vio actos de corrupción que dejan a los escándalos anteriores al nivel de un hurto de caramelos Media Hora, se cruzó con cientos de pobres, cartoneros y linyeras, vivió en una ciudad sin luz, fue testigo de la impunidad judicial, sintió la vergüenza de un país agitado por los saqueos, vio recibos de sueldo de 700 pesos para policías, presenció la represión de Gendarmería y se anotició de que hubo doce muertos en el inicio de diciembre.

Al día siguiente, con el único motivo de sacar un tema de conversación, le pregunta al compañero de laburo cómo la pasó sin luz la noche anterior. El tipo le contesta que no ve la hora de que el Gobierno estatice las empresas que cobran por un servicio que no prestan. Casi le pregunta cómo pretendía tener un servicio como la gente, si paga de luz en pesos lo mismo que pagaba hace 12 años en dólares, pero se frenó.

Era al pedo.

Tan al pedo como intentar dialogar con alguien que no se da cuenta que el Papa al que admira por peronista es el mismo Bergoglio al que puteaba por gorila. O como buscar una luz de sentido común en un sujeto que le muestra como logro la cantidad de autos patentados durante el año, a pesar de contar las monedas para cargar la SUBE. Tan al pedo como cuando le hizo un comentario irónico sobre los pobres que dormían en frente, y el compañero le reprochó que “la pobreza no es un chiste”, y que todo se soluciona con más militancia. Tan al pedo como pedirle que se llame a silencio antes de hablar de lavado de dinero, corrupción, pobreza, industria y derechos humanos, mientras todos los días aparece una propiedad nueva de Lázaro Báez, otra prueba en contra de Boudou, los pobres brotan de las baldosas, la industria no genera empleo hace un año y medio, y Bonafini y Carlotto elogian al General Milani, a pesar de que hasta el Cels de Verbitsky lo putea.

Tan al pedo como preguntarse por qué le resbalaban cada uno de los 12 muertos de la semana pasada, los 700 pesos de los policías, la represión de Gendarmería, los escándalos de corrupción y la impunidad judicial.

Así, mientras mira a su compañero casi con ternura, se da cuenta de que encontró la respuesta a por qué ya no se indigna por nada. Y es que hace rato cayó en que la historia está llena de líderes imprescindibles, como así también está llena de países que les sobrevivieron, que si se pudo sobreponer a cada momento “terminal”, este también podrá superarlo, y que la vida pasa por ser feliz a pesar de, y no gracias a nuestros gobernantes.

Finalmente, aprovecha el renovado catolicismo de su compañero, le da un fraternal abrazo y, luego de ofrecerle la heladera para guardar la ensalada rusa, le desea una muy feliz Navidad. En definitiva, su compañero hace lo mismo que todos: intenta ser feliz. Y para algunos, la felicidad pasa por decir que están en el mejor barco de todos los tiempos, aunque se encuentran abrazados a un tablón en el medio del Pacífico.

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